Reposición de las orejas dejando una apariencia más uniformada.
Oscila entre 1 y 2 horas, aunque puede variar según la complejidad de la intervención.
Se lleva a cabo mediante anestesia local, o anestesia local más sedación. Normalmente para niños menores de 12 años suele utilizarse anestesia general. Es necesario el ingreso hospitalario, aunque usualmente recibe el alta horas más tarde.
Las primeras 24-48 horas son muy molestas con un nivel de malestar entre 5-6 sobre 10. Pasado ese tiempo el malestar es muy bajo y solo se produce al contacto.
Se trata de una intervención muy agradecida cuando el defecto es obvio.
A las 72 horas se puede volver a la oficina si la evolución es favorable.
La otoplastia es un proceso quirúrgico destinado a mejorar la forma de las orejas. Principalmente se encarga de la recolocación de las orejas dejando una apariencia mucho más uniforme con el resto de la cara. Sólo debe ser indicada en aquellos pacientes en los que existe una verdadera desproporción en la forma de sus orejas. Mínimos defectos es mejor no ser tratados.
Las orejas y la nariz son áreas de especial sensibilidad estética y curiosamente los defectos son más percibidos por los pacientes que por su entorno. Es por ello que se requiere partir de unas expectativas realistas, y evitar imágenes preformadas de un resultado. El objetivo de la cirugía es devolver un aspecto de normalidad a las orejas y que estas pasen desapercibidas a terceros.
Usualmente esta técnica puede realizarse en los niños a partir de 10-14 años aproximadamente, ya que el tener “las orejas de soplillo” puede suponer problemas psíquicos graves generados por las relaciones personales en periodos de infancia y adolescencia. Aunque los casos más dramáticos se suelen operar durante la infancia, son muchos los adultos que nos solicitan consulta.
Hay que subrayar que las orejas en asa no son una patología, sino una variante de la normalidad, bastante frecuente, entorno al 5-10% de la población presentar alteración en la forma de los pabellones auriculares. Sin embargo, a muchos pacientes les origina inseguridad, pudiendo en los casos extremos, ser considerado por el paciente un hándicap en la interacción social.
Solo existe una forma para corregir de forma definitiva y permanente las orejas en asa y es mediante cirugía. Con dispositivos externos podemos corregir temporalmente la forma; pueden ser útiles para hacerse una idea del cambio, pero nunca será una solución permanente.
La otoplastia es una intervención que por definición requiere de cirugía, por lo tanto otoplastia sin cirugía no existe.
La operación consiste en reposicionar el cartílago auricular, para que la oreja tenga una forma menos llamativa. La reposición puede realizarse mediante suturas, o mediante el rayado del cartílago, la cicatrización hará que la reposición sea permanente.
Existen multitud de técnicas, la elección de una respecto a otra viene dada por el caso y la deformidad a tratar. La amplia mayoría comparten la misma vía de acceso localizada en la zona posterior de la oreja. La cicatriz es por tanto sólo visible desde la parte posterior, además para apreciarla hay que separar la oreja.
Simplificando mucho podemos diferenciar 2 tipos de técnicas:
La primera es la frecuentemente utilizada por ser menos agresiva, fácilmente reproducible y conseguir alterar la forma del pabellón auricular de manera más precisa.
¿Pero cuál es la mejor? En mis manos la mejor técnica es la de Mustarde. Personalmente he realizado varias modificaciones a la técnica descrita por Mustarde para mejorar los resultados. Esencialmente intento minimizar el despegamiento, dejar un colgajo para cubrir las suturas , modifico la localización de las suturas para recrear el antihelix y evitar la necesidad de suturas concho-mastoideas. Añadido a esto en función de los casos modifico la técnica para retraer los lóbulos muy protruidos.
Existen múltiples técnicas que se emplean para mejorar la apariencia de las orejas prominentes. Las principales son:
Son los niños los que sufren más frecuentemente el complejo por llevar, habitualmente, el pelo más corto que las niñas. En estas es más frecuente rechazar las coletas o las trenzas.
A la edad de 5-7 años los niños comienzan a percibir que la forma de sus orejas es diferente a la de sus compañeros, y estos últimos, empiezan a señalar esa diferencia.
En la inmensa mayoría de los casos, un niño con este complejo, presenta una alteración morfológica destacable, aunque la personalidad individual del niño puede modular de forma clara esa percepción. Teniendo por ello que estudiar cada caso de manera personalizada.
En Medicina la única garantía que puede ofrecerse es que el procedimiento sea realizado en un entorno hospitalario, con los medios necesarios y por personal adecuadamente cualificado.
Dicho lo anterior, nos gustaría destacar que en el caso de complicaciones se intenta minimizar al máximo costes añadidos a la intervención.
Sí, durante las primeras semanas. La gente percibirá que ha ocurrido algo, las orejas estarán inflamadas, llevará una cinta en el pelo, las orejas pueden parecer muy pegadas las primeras semanas. Aunque, por sorprendente que parezca, muy pocas personas lo notarán pasadas 2-6 semanas de la operación. Le verán igual sobre todo si ayudamos a la confusión con un peinado diferente, o una camisa/collar/pañuelo… llamativo.
En un paciente correctamente seleccionado e informado, intervenido por una profesional con la cualificación apropiada, es altamente probable el éxito.
La operación consiste en reposicionar el cartílago auricular, para que la oreja tenga una forma menos llamativa. La reposición puede realizarse mediante suturas, o mediante el rayado del cartílago, la cicatrización hará que la reposición sea permanente.
La duración de esta técnica quirúrgica puede variar dependiendo de la complejidad de la intervención, pero suele estar en torno a 1 o 2 horas, en función de cómo el cartílago responde a la cirugía.
Si la cirugía se acompaña de otro procedimiento o intervención, el tiempo puede aumentar.
La otoplastia suele realizarse con anestesia local o local más sedación. Se procederá por tanto a anestesiar la zona de la oreja y se acompañará de sedantes para tranquilizar al paciente, quien estará despierto durante la intervención.
Normalmente, para niños menores de 12 años, se utiliza anestesia general, mediante inducción intravenosa y mantenimiento inhalatorio, en la que el paciente permanecerá dormido durante la intervención y por tanto no percibirá dolor ni recuerdos de esta.
Tras la intervención el paciente puede tener dolor durante los primeros días. Estos dolores serán tratados mediante la medicación prescrita. Al paciente se le colocará un vendaje alrededor de la cabeza. Este vendaje se irá cambiando y finalmente se recomienda que se utilice una cinta para el pelo en sustitución al vendaje. Las molestias suelen ser muy leves. Normalmente el paciente suele marcharse a casa en el mismo día.
Durante las primeras horas del postoperatorio es habitual utilizar un vendaje, sobre todo, en niños para evitar que un pequeño sangrado nos alarme.
Tras la primera consulta se retira el vendaje y se aplica en la zona posterior de la hora un spray antiséptico. Se limpian alguna de las costara, pero se evitará frotar sobre la herida para no provocar un leve sangrado., con el cuidado de no frotar la zona, tras la ducha se aplica un spray antiséptico.
A partir de las primeras 24-48 horas se podrá lavar la cabeza.
En las consultas sucesivas se limpiará cuidadosamente. A partir de las 2ª semana se aconsejara limpiar la zona posterior de la oreja con un bastoncillo.
Aconsejamos que acudan a todas las revisiones postoperatorias para realizar el seguimiento de la cicatriz.
Los resultados obtenidos por nuestros pacientes son muy satisfactorios. Es definitivo viendo casi desde el principio la corrección de las orejas despegadas, aunque no será hasta pasadas unas semanas, cuando se verá la colocación final de las orejas. Además, debido al lugar de la incisión, la cicatriz queda en un lugar poco visible (detrás de la oreja) y con el paso del tiempo será prácticamente inapreciable.
La principal ventaja es que el resultado es permanente una vez pasado el postoperatorio. No necesita de otros cuidados pasado ese tiempo.
El precio puede variar ampliamente en función del hospital y el equipo médico. El procedimiento es relativamente sencillo lo que provoca que muchas personas sin la cualificación adecuada intenten realizar esta operación, atrayendo a paciente con precio inusualmente bajos.
El precio suele estar comprendido entre los 2.500-5.000 euros.
–Siempre recuerdo a una compañera anestesista que me relató la siguiente conversación:
Paciente: -¿ Dra. la intervención que me van a realizar es muy sencilla?
-Dra: – En sus manos imposible.
Tras exponer esta anécdota remarcó que, en manos expertas, es una cirugía sencilla.
El Hospital Ruber Juan Bravo es el Centro Hospitalario con mayor número de camas en Madrid Capital.
El Hospital se caracteriza por unir los mejores cuadros médicos, alta tecnología y unas instalaciones de alta calidad.
El nuevo complejo Ruber Juan Bravo del grupo Quirónsalud cuenta con más de 70 años de experiencia ofreciendo Medicina de alta calidad, integral y personalizada.
Más de 40 especialidades médicas y quirúrgicas, que atienden a cualquier necesidad que requiera el paciente apoyados por unos servicios centrales de gran experiencia y que permiten realizar tratamientos de alta calidad y complejidad.
El Complejo asistencial Ruber Juan Bravo pone a disposición de sus pacientes instalaciones cuidadas al detalle, entre las que se encuentran 250 camas de hospitalización; 12 puestos de Cuidados Intensivos de Adultos y 4 de Unidad de Coronarios; 19 quirófanos, y Hospital de Día Quirúrgico y Oncológico.
A sus instalaciones de calidad se le une el equipamiento de alta tecnología: tres resonancias magnéticas, dos tomografías computarizadas -una de ellas de baja radiación- que junto con los dos TAC intraoperatorios O-ARM, la sala de telemando, y radiología digital convierte a Ruber Juan Bravo como uno de los centros con mejor dotación tecnológica.
No podemos dar una cifra, pero si una aproximada de lo que se entiende por una oreja proporcionada.
La oreja de un adulto tiene una longitud media de 5,5-6.5 cm y una anchura que es el 50-60% de la longitud. La proyección media es 1-1,2 cm del tercio superior respecto al cuero cabelludo, en el tercio media la proyección es de 1.6-1.8 cm y a nivel del lóbulo es de 2-2.2 cm. El hélix debe proyectarse 2-5 mm más lateralmente que el antihelix en la vista frontal.
El 85% del crecimiento se produce en los 3 primeros años de vida, mientras se alcanza el 97-99% a los 8 años de vida. Es por ello que el procedimiento puede comenzar a realizarse a partir de los 5-7 años. Personalmente, en los casos leves, intento retrasar la intervención hasta los 12-13 años edad a la que es posible realizar el procedimiento con anestesia local.
Sí, pero es ambulatorio, es decir, el paciente abandona el hospital el mismo día de la intervención.
Tras la intervención el paciente permanecerá ingresado hasta que el equipo quirúrgico valore el alta.
Tras la retirada del vendaje puede lavarse la zona con cuidado, aplicando posteriormente una solución antiséptica.
Para nosotros, la mejor edad es aquella en la que se ha producido una maduración del paciente tal que permite realizar la intervención bajo anestesia local únicamente, o anestesia local y sedación. Esta edad suele ser a partir de los 11-12 años aproximadamente. A pesar de ello, en ciertos casos, en los que la deformidad puede condicionar el desarrollo, se puede plantear la intervención a partir de los 5-6 años.
La cirugía de las orejas va dirigida principalmente a personas, que presentar una alteración en la forma de las orejas, no siempre es una cuestión de estética.
No. Solo se trabaja sobre la piel y el cartílago.
Durante aproximadamente 2 semanas o un mes según los casos.
Aproximadamente a las 2 semanas.
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